Mientras que la UE y gran parte de Occidente impone sanciones a Rusia por el ataque sobre Ucrania, algunos de esos países le siguen comprando petróleo y gas porque les resulta más barato. Pero esas operaciones comerciales alimentan el conflicto bélico porque le sirve a Putin para tener financiamiento para esas maniobras. Mientras esos Estados se muestran "solidarios" con sus "ayudas" a los ucranianos, han pagado a sus invasores cuatro veces más.
Por Gabriel Michi
Cada vez que estalla un conflicto bélico en el Mundo aparece una frase que, por remanida, no deja de ser cierta: "En toda guerra, la primera víctima es la verdad". Y es así: siempre las campañas de propaganda, de un lado y otro de las trincheras, son parte central de esas batallas. La técnica: generar una imagen distorsionada de sus exagerados triunfos o supuestas derrotas humillantes de sus enemigos. El objetivo: orquestar un efecto socio- psicológico entre los propios y los contrincantes. Sin embargo, no es lo único que queda al desnudo cuando estalla una guerra. Lo otro es que no hay una linealidad en el origen y desarrollo de un conflicto. Que no se puede simplificar en una guerra entre "buenos" y "malos". Y que todo termina evidenciando que lo que más pesan son los mezquinos (y a veces inconfesables) juegos de intereses. Entre los protagonistas centrales -los países en disputa- como también en aquellos que apoyan a uno u otro bando. Pero también queda al desnudo que, con todo el acompañamiento que puedan darle (incluso en armas) al país aliado, los otros Estados van a seguir priorizando sus propias ambiciones vestidas de necesidades. Así se puede ver claramente en el conflicto entre Rusia y Ucrania, donde pese a todo el apoyo que casi todas las potencias occidentales le han dado a Volodymyr Zelensky y las sanciones económicas que anunciaron, aún le siguen comprando gas y petróleo a Vladimir Putin. Si bien en menor medida, ese flujo continúa.
Y los datos son más que elocuentes: mientras la mayoría de los países europeos se han posicionado en favor de Ucrania, la ayuda económica y militar que enviaron a ese Estado es mucho menor que el valor de lo que le han pagado a Rusia por la dependencia energética que aún mantienen. Según una investigación del think tank belga Bruegel desde el inicio de la guerra en febrero pasado el Estado ruso recibió cuatro veces más dinero europeo que el ucraniano. Desde el 27 de febrero la UE le entregó más de 5.000 millones de euros a Ucrania. Pero Rusia recibió más de 20.000 millones de euros, por los pagos de los gobiernos del "Viejo Continente" por su petróleo, gas y, en menor medida, el carbón. Quienes se muestran escépticos frente a los alcances concretos de ese apoyo a los ucranianos denuncian que de esa manera lo que hace la UE es potenciar y "financiar" la invasión rusa.
Si bien es cierto que esos compromisos ya habían sido asumidos antes del inicio de las acciones militares, y que eran deudas que debían pagarse, es llamativa y contradictoria semejante situación. Esos cálculos son, sin embargo, los más conservadores. De hecho el representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, plantó un escenario aún más grave para el discurso europeos: señaló que hasta principios de abril la UE como institución tan sólo habría financiado con 1.000 millones de euros al gobierno de Kiev, mientras que a Rusia recibió unos 35.000 millones de los europeos. “Tenemos que decirle a Zelenski no tan a menudo de que es un héroe y en cambio darle recursos para combatir”, concluyó Borrell.
Un estudio del Center for Research on Energy and Clean Air señala que Europa importó unos 44.000 millones de euros en concepto de energía desde el inicio de la guerra. Gran parte de ese dinero fue a parar a las arcas rusas. A saber:
- 9.100 millones de euros fueron abonados por Alemania a Rusia, siendo el país que más ha pagado.
- Italia le pagó casi 7.000 millones
- Holanda le transfirió unos 6.700 millones.
- Turquía le depositó unos 4.100 millones.
- Francia le aportó 3.800 millones.
- Y España le abonó 2.500 millones de euros.
Eso daría un total, sólo tomando en cuenta esos Estados de más de 33.000 millones de euros pagados por seis países que forman parte de la UE y de la OTAN y que pudieron ser utilizados por Rusia en su guerra con Ucrania. Mucho más de lo que le brindaron al país al que dicen defender.
Mientras el bloqueo a Rusia formó parte desde el primer día de la campaña de Occidente para mostrar su descontento y rechazo a la embestida de Putin sobre territorio ucraniano, los puertos de Rotterdam y Maasvlakte (Países Bajos), Trieste (Italia) y Gdansk (Polonia), siguieron recibiendo el combustible ruso a granel. Es más, las empresas energéticas que más energía rusa compraron durante este período fueron Exxon Mobil, Shell y Total.
Según el Kiel Institute, EE.UU. proporcionó desde el inicio de la guerra hasta finales de marzo a los ucranianos unos 7.600 millones de euros entre ayuda militar y humanitaria. Eso representa un 50% más de lo aportado por los europeos. Y, la principal potencia del Mundo ya se ofreció a la UE como sustituto del gas ruso, sólo que él suyo terminaría resultando mucho más caro por cuestiones de traslado y logística en general.
Si bien Rusia busca amortiguar los efectos de la baja en el consumo de sus combustibles por parte de la UE buscando nuevos horizontes y compradores en otras latitudes, la cosa no es tan sencilla porque se necesitan determinadas condiciones técnicas en materia de refinerías y centrales diseñadas para utilizar este combustible. Sin embargo, la dependencia que aún mantiene Europa, particularmente en materia de gas, es una garantía para los rusos de que van a seguir recibiendo dividendos. Y eso no parece cambiar por mucho tiempo. Un ejemplo: hay algunos planteos en Alemania de que, ante la posibilidad de que aumente el precio de este combustible si tienen que dejar de comprarle gas a a Rusia, mucha gente preferiría seguir como hasta ahora, aunque eso signifique perjudicar a Ucrania.
Otro dato que grafica semejante hipocresía en medio de la guerra y que no deja de sorprender: en las tres primeras semanas de bombardeos rusos, mientras la UE se conmovía por el drama de los refugiados y los bombardeos, y anunciaba que iba a reducir dos tercios el combustible que le compraba al gigante euroasiático, el volumen de importación de estos recursos energéticos rusos que atravesaron Ucrania se triplicaron: entraron en Europa 7.500 millones de metros cúbicos procedentes del Este.
Greenpeace calculó que Alemania pagaría este año a Moscú la suma récord de unos 32.000 millones de euros por la compra de petróleo y gas. La posibilidad de que el corte del suministro ruso sea abrupto (como ya ocurrió con Polonia y Bulgaria, por negarse a pagar en rublos, tal como exige Putin), ya sea dispuesto por uno o por otro, preocupa al gobierno germano. El ministro alemán de Economía, Robert Habeck, del partido Los Verdes, alertó que una disparada del precio del gas podría quebrar la paz social en su país.
Con suerte y viento a favor, Alemania se propone prescindir por completo de la dependencia del gas ruso para el 2024. Es cierto sí que la principal potencia de la UE ha restringido bastante la importación de petróleo. Hoy sólo queda una vía de entrada: un oleoducto llamado, paradójicamente, "Amistad" que atraviesa más de 4.000 kilómetros , desde la región rusa de Siberia a Alemania, siendo uno de los más importantes del Mundo. En ese recorrido y con sus diferentes ramificaciones no sólo pasa por Bielorrusia, sino también por Hungría, Eslovaquia, República Checa, Austria y hasta la misma Ucrania. Uno de esos brazos termina en territorio germano a pocos kilómetros de la frontera polaca, en una gigantesca refinería de la época soviética. Es tal su importancia que en el Este de Alemania (incluyendo la capital, Berlín) 9 de cada 10 coches usan ese combustible llegado desde Rusia. Según en el gobierno germano, eso terminará pronto, a tal punto que la dependencia alemana del crudo ruso ya bajó del 35% de antes de la guerra a sólo el 12%.
Así como Alemania se ha vuelto una de las voces cantantes de la Comisión Europea (luego de evitarlo al comienzo de conflicto) en cuanto a las sanciones a Rusia en la compra de combustibles, hay posiciones divergentes en el seno de la UE. De hecho, Hungría, Eslovaquia y República Checa no se sumaron a esa iniciativa para frenar la compra de energía rusa, porque la dependencia que ellos mantienen es aún mayor. Frente a esta posición, los países europeos están estudiando que esos Estados puedan despedirse más gradualmente del combustible ruso.
Lo cierto es que hoy la economía europea se enfrenta a un verdadero dilema económico. Pero también político y moral. Se sabe que, por ejemplo, en promedio los 27 miembros de la UE importaron el año pasado el 25% del petróleo de Rusia, pero hay grandes diferencias entre Estados. En el caso de Bulgaria, Eslovaquia, Hungría y Finlandia el porcentaje superó el 75%. Y, si bien, la Unión Europea quiere golpear a Rusia en sus bolsillos (en 2021 le compró 48.000 millones de euros en crudo y 75.000 si se cuentan también los derivados del petróleo), sabe que eso también representa un costo muy alto para sus propias economías que ya vienen sacudidas por la propia guerra y el consiguiente aumento del precio de la energía y la inflación. Algo que también se traduce en una caída en la popularidad de esos gobiernos hacia adentro de sus propios países. Y eso los asusta. Entonces es donde tienen que decidir si realmente apoyan a Ucrania con todo, aún a costa de sus propios intereses económicos o si, como en el desalmado universo en el que se vive, "business are business" y sólo interesa el vil metal. Aún a costa de vidas. Esas que se dice proteger, con alimentos y asilo, y hasta con armas. Es una muestra más de las hipocresías de la guerra.
Comments