En Francia, el juicio por los múltiples abusos contra Gisele Pelicot, la mujer que era dopada por su marido para que la violen decenas de desconocidos, desnudó la cara más aterradora de esos delitos: los chacales parecían ciudadanos comunes con una vida normal y familiar.
Por Gabriel Michi

Es un juicio histórico. No sólo por la dimensión del caso, con más de 50 sospechosos en el banquillo de los acusados. Sino también por todo lo que revela. Y en esas revelaciones hay un dato que alarma: la amenaza secreta de que haya violadores latentes (y no tanto) a la vuelta de la esquina; que los potenciales agresores sexuales pueden estar escondidos detrás de una imagen (y una vida) de vecinos comunes, padres de familia, abuelos amorosos, y de las más diferentes profesiones y de edades tan disímiles que iban de los 26 a más de 70 años. Eso es lo que está quedando al desnudo en el juicio por la violación masiva más grande y terrorífica de la historia de Francia. Y que tuvo como víctima a una sola mujer, Gisele Pelicot (71), quien con enorme valentía está enfrentado los impunes testimonios de su marido, Dominique (72), y de medio centenar de hombres que abusaron de ella estando inconsciente luego de ser sedada por su esposo. Una tortura que duró años y que ella sólo descubriría tas una década. En el estrado van pasando uno y otro acusado que son padres, abuelos, esposos, trabajadores, estudiantes y jubilados que en algunos casos intentan exculparse y, en otros, aceptan en parte sus culpas. Casi todos ellos niegan haber violado a la mujer y apuntan a que, aun viéndola dormida, creían que ella había dado su consentimiento para los actos sexuales, grabados todos ellos por Dominique Pelicot para su vergonzosa videoteca personal donde registró esas aberraciones cometidas entre 2011 y 2020 con la participación de más de 80 abusadores.
Más allá de lo escabroso que resultan los detalles del infierno vivido por esta mujer, lo que más ha shockeado a todos es la sensación de que cualquier abusador puede estar al acecho la vuelta de la esquina, escondido detrás de una imagen pública que nada tiene que ver con los perfiles que se suelen crear de este tipo de delincuentes sexuales. Pero además de exhibir eso, el juicio también está poniendo al desnudo otras verdades no reveladas dentro de la sociedad francesa: el uso y abuso de la pornografía, las salas de chat privadas donde se abordan conversaciones delictivas, cierto desdén de muchos hombres por el imprescindible consentimiento de las mujeres para las relaciones sexuales y toda una serie de problemáticas costumbres que no hacen otra cosa que potenciar una impune cultura de las violaciones. En este proceso es que quedó reflejado también lo fácil que resulto para el marido abusador encontrar hombres dispuestos a participar de los asaltos sexuales a una mujer que, encima, estaba inconsciente.
Así quedó graficado no sólo en la imagen del propio marido -que parecía un jubilado muy tranquilo y amoroso con su esposa- sino también en las casi dos docenas de acusados que ya testificaron durante las primeras siete semanas del juicio que concluiría a mediados de diciembre con el veredicto de los cinco magistrados y que está desatando toda la atención del público francés y el acompañamiento a la víctima por parte de las agrupaciones feministas. Entre los testimonios de los sospechosos estuvo el de Ahmed T. —en Francia los apellidos de los acusados se mantienen en reserva hasta la condena—, un plomero, casado, padre de tres hijos y abuelo de cinco nietos, que señaló que no le alarmó que Pelicot no se mudara cuando la visitó a ella y a su ahora exmarido en la pequeña ciudad provenzal de Mazan en 2019. Y, en ese sentido, lo relacionó con películas porno que había visto en las que aparecían mujeres que “fingen estar dormidas y no reaccionan”. Según sus palabras, él ni imaginaba que Dominique Pelicot estaba drogando a su esposa y que le dijeron que ella era una participante voluntaria que estaba llevando a cabo "una fantasía perversa", algo que repitieron otros implicados. Sin embargo, Pelicot desmintió eso y aseguró que todos sus cómplices conocían la verdad de la situación.
Otro de los acusados, Mahdi D., un trabajador de transporte de 36 años, declaró que cuando salió de su casa la noche del 5 de octubre de 2018, no tenía intención de violar a nadie. Y volvió sobre uno de los argumentos más escuchados de boca de los implicados: "Pensé que estaba dormida". El fiscal le contestó: “Le reconozco que usted no salió con la intención de violar a nadie. Pero allí, en la habitación, estaba usted”. El acusado reconoció todos los hechos presentados en su contra, a la vez que transmitió su arrepentimiento: “Ella es una víctima. No podemos imaginarnos por lo que pasó. Quedó destruida”. Sin embargo, no habló de "violación" pese a que admitirlo podría acarrearle una sentencia más leve. Frente a esa actitud, los fiscales le pidieron al tribunal que proyectara los videos gráficos de la visita de Mahdi D. a la casa de Pelicot, algo que lo dejó sin palabras.
Dominique D., un ex soldado de 45 años convertido en camionero y padre de un hijo, es uno de los más comprometidos ya que habría visitado la casa de los Pelicot no menos de seis veces, entre 2015 y 2020. Conoció a Dominique, el marido abusador, en el supermercado, quien le presentó a su esposa como una amiga con la que andaba en bicicleta. La misma noche que se conocieron, ambos supuestamente violaron a Gisele en su domicilio. Según la Fiscalía este hombre sabía que la mujer había sido dopada contra su voluntad y eso alimentaba su morbo: “el hecho de que la víctima fuera completamente sumisa y reducida a un objeto sexual contribuyó a su excitación”.

Pese a que el perverso y abusivo esposo hoy se está haciendo responsable de las atrocidades cometidas -y arrastrando al resto en el camino a la casi segura culpabilidad- recién esta semana Gisele pudo hablar en el juicio y expresarse sobre la traición “inconmensurable” de su marido. Y, con la valentía y el generoso corazón que viene demostrando, incluso expresó su empatía con las esposas, madres y hermanas de los 50 coacusados. Y mirando fijo a su ex pareja le señaló: "Siempre quise sacarte adelante, hacia la luz. Has elegido las profundidades del alma humana”.
Según Céline Piques, vocera del grupo feminista Osez le Féminisme! (¡Atrévete al feminismo!), es probable que muchos de los hombres que violaron a Gisele se hayan "inspirado" o "pervertido" consumiendo pornografía, incluidos los vídeos que se encuentran en sitios web muy populares en Francia. Por eso se está pidiendo una acción muy fuerte para bloquear accesos a través de palabras como "inconsciente", intentando frenar a quienes quieran participar de abusos sexuales contra mujeres que hayan sido dopadas, como ocurrió en el caso denunciado. De hecho, los investigadores han encontrado gran cantidad de videos de hombres manteniendo relaciones sexuales con mujeres aparentemente desmayadas. En ese punto, la activista dijo haberse sentido impresionada por el testimonio de un experto en tecnología durante el juicio, que había encontrado los términos de búsqueda “pornografía + dormida” en la computadora de Dominique Pelicot.
Y las estadísticas hablan por sí mismas, ya que muchas veces eso se puede traducir en hechos concretos delictivos. Por ejemplo, en 2023 las autoridades francesas registraron 114.000 víctimas de violencia sexual, incluidas más de 25.000 violaciones que fueron denunciadas por sus víctimas. Sin embargo, los expertos aclaran que la mayoría de las violaciones no se denuncian debido a la falta de pruebas tangibles: alrededor del 80% de las mujeres no presentan denuncias y el 80% de las que lo hacen ven que sus casos se desestiman antes de que se investiguen, lo que no es otra cosa que una revictimización para las mujeres sufrientes. Quizás ahora, con la exposición que ha tenido este caso y por la actitud tomada por Gisele -quien no sólo no ha faltado ni un solo día a las audiencias sino que ha pedido que el juicio sea público y ante los ojos de todos- la cosa cambie, aunque sea un poco.
En junio, las autoridades cerraron la sala de chat en la que supuestamente se reunían Dominique Pelicot y sus cómplices. Mientras, a medida que se van conociendo más detalles, la indignación colectiva crece y crece. Y en las calles de Avignon, donde se están juzgando estas atrocidades, se han desatado múltiples manifestaciones de apoyo a Gisele y de repudio a los agresores sexuales, que se replicaron en toda Francia. Así, múltiples realidades que permanecían ocultas o silenciadas comenzaron a salir a la luz, mostrando las caras más perversas de ciertos sectores de la sociedad. Desnudando sus secretos más oscuros, Y dejando al descubierto la amenaza que significa el acecho de esos chacales sexuales, que se disfrazan y se esconden detrás de una aparente vida normal y familiar. De ciudadanos de bien. Pero que son, ni más ni menos, los violadores menos pensados.

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