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Una riesgosa pérdida radiactiva

Una minera australiana extravió en una ruta un diminuto dispositivo muy peligroso. Y no sabe dónde puede estar. Lo están buscando en 1.400 kilómetros. La microcápsula de apenas 48 milímetros puede provocar cáncer. La empresa se disculpó. El temor aumenta con las horas.


Por Gabriel Michi


Todo el mundo puede cometer errores. Pero si se tiene una responsabilidad especial por la

importancia de las tareas que se le asignan, esos yerros cobran una gravedad mayor. Y más si esas responsabilidades tienen que ver con el debido cuidado de sustancias peligrosas. Y cuando los errores no son nuevos ni únicos, entonces ya dejan de serlo. La corporación minera Rio Tinto Iron Ore, que opera en Australia, se vio obligada a pedir disculpas por perder una diminuta cápsula altamente radiactiva. Lo peor de todo es que no tiene idea de dónde está ya que el dispositivo se extravió en un tramo de 1.400 kilómetros en Australia Occidental, en una extensa superficie que se extiende entre las regiones remotas de Pilbara, Midwest Gascoyne, Goldfields-Midlands y Perth Metropolitan. Por eso comenzó una detallista búsqueda en la carretera donde supone que cayó. Pero el dispositivo es minúsculo (mide 8 milímetros por 6 milímetros), lo que sumado a lo inhóspito de la superficie, se volvió en una desesperada carrera contra el reloj. Y la radiación.

El increíble -y riesgoso- extravío ocurrió cuando el objeto era trasladado en un camión desde una mina en el desierto a la ciudad occidental de Perth, sobre el Océano Índico. Si bien el accidente habría ocurrido el pasado 10 de enero, la noticia se conoce recién ahora. La sorpresa fue mayúscula para la minera cuando el vehículo de transporte llegó a Perth sin el peligroso dispositivo el 16 de enero. Sin embargo, los servicios de emergencia fueron informados de la desaparición el 25 de enero.


Las autoridades de Australia Occidental solicitaron ayuda a otros Estados del país y al gobierno federal australiano para localizar la microcápsula, no sólo porque no cuentan con el equipamiento necesario sino porque la búsqueda es realmente compleja por lo extenso del territorio y, especialmente, por lo pequeño que es el objeto. Es más hasta podría haber quedado atrapado en los huecos de los neumáticos de cualquier vehículo. Por lo que debieron poner en alerta a toda la población. Hoy se están haciendo un rastrillaje metro a metro a pie, con sensores que detectan los niveles de radiactividad, por los 1.400 kilómetros donde pudo haber caído la microcápsula.



Las autoridades están revisando metro por metro de la ruta y midiendo la radiactividad.


Según han señalado los especialistas "la fuente cerámica de cesio 137, utilizada habitualmente en sensores de radiación, emite una cantidad peligrosa de radiación equivalente a recibir 10 radiografías por hora. Podría provocar quemaduras cutáneas y una exposición prolongada podría provocar cáncer". Por eso le recomiendan a la gente permanecer a más de 5 metros de distancia.


El director general de la gigante minera Rio Tinto Iron Ore, Simon Trott, pidió disculpas por el gravísimo extravío y sostuvo que la compañía tomaba el incidente como algo "muy serio". "Reconocemos que esto es claramente muy preocupante y sentimos la alarma que ha provocado en la comunidad de Australia Occidental. Además de respaldar por completo a las autoridades relevantes, hemos lanzado nuestra propia investigación para comprender cómo se perdió la cápsula en tránsito”, señaló Trott.


El empresario aseguró que la compañía contratada para el traslado estaba calificada para eso y que en la previa del viaje se comprobó que todo estuviera en orden de acuerdo a las normas de extrema seguridad que se necesitan. Sin embargo, cuando los operarios de Perth fueron a desempacar el peligroso equipaje del camión en cuestión se encontraron con que el indicador estaba roto con cuatro pernos de montaje, faltaban todos los tornillos y la cápsula.


Rio Tinto, una de las empresas mineras más grandes del mundo, asegura que transporta y almacena materiales peligrosos de forma continua y que cuenta con controles para gestionar y administrarlos sin ocasionar riesgos. Pero no es la primera vez que la compañía está envuelta en un escándalo: de hecho en 2020 debió asumir la responsabilidad por haber destruido un sitio de patrimonio aborigen de más de 46.000 años de antigüedad.


Ahora esta pérdida representa un verdadero peligro para la sociedad. Y la posibilidad de que cualquier persona tome contacto (aunque sea accidentalmente) con la diminuta cápsula despertó el alerta en las autoridades que encima saben que rastrearla puede resulta mucho más difícil que incluso encontrar una aguja en un pajar. Una búsqueda que encima es muy riesgosa, como la propia pérdida radiactiva.



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