top of page

"Gran renuncia": el inesperado efecto de la Pandemia

Foto del escritor: MundoNewsMundoNews

En EE.UU. (y otros países) millones de empleados no quisieron volver a sus trabajos tras los cambios vividos por el confinamiento y el "home office". La ruptura de paradigma que esto significó desarticuló todas las previsiones y llegó para quedarse. Cómo el fenómeno está favoreciendo a los trabajadores. Y las trampas que oculta ese boom. Qué pasa en Argentina.


Por Gabriel Michi



Es un efecto impensado de la Pandemia. Algo que no estaba en las previsiones de nadie. Un vertiginoso cambio en el paradigma laboral. Y que llegó para quedarse. Una frase parece sintetizarlo. "No hay que vivir para trabajar. Sino trabajar para vivir". Y eso significa, ni más ni menos, priorizar la importancia de las cosas cotidianas que atraviesan al ser humano antes que "enfermarse" por el trabajo. Revalorizar el hogar, la familia, los amigos, los momentos y encuentros sociales, las actividades y hobbies postergados, antes que pasar la mayor parte del día en una oficina que despersonaliza a la gente. En definitiva, sopesar las prioridades. Buscar un equilibrio. Redescubrir/se. Todo eso afloró con los confinamientos y la instauración del trabajo remoto. Y, también, con la brutal demostración que el COVID 19 protagonizó sobre la finitud de la vida. El no tener que desperdiciar horas en un transporte (público o privado) para llegar a un trabajo que demandará mucho tiempo fuera de los propios hogares, como también el gozar de espacios y tiempos más amigables en los domicilios particulares y poder utilizar la tecnología para las responsabilidades laborales sin tener que salir de la casa, cambió el paradigma que muchos empleados sobre sus desarrollos profesionales (y humanos). Y eso se tradujo en una consecuencia imprevista de la Pandemia: la denominada "Gran renuncia".


La "Gran renuncia" no es otra cosa que la decisión de muchos trabajadores de los Estados Unidos y otros lugares del Mundo de no volver a sus empleos, tras redescubrir todo lo mencionado. Ese fenómeno está generando que cada mes millones de empleados de EE.UU. abandonen voluntariamente sus empleos. Y que las empresas estén desesperadas por encontrar personal calificado, generando una suba nunca vista en las ofertas laborales, con incrementos en los salarios (ya sea para retener a los que tienen o para conquistar a nuevos frente a las nuevas vacantes que se le generan) que han dinamizado los ingresos de los trabajadores.


El "Home office" se impuso durante la Pandemia y llevó a tener que compatibilizar la vida familiar con la laboral.

Esa impresionante marea de abandonos ya había sido advertida en mayo de 2021 por Anthony Klotz, profesor de management de la Mays Business School (Texas), a través de un documento llamado "The Great Resignation" . En una entrevista con Bloomberg Businessweek. lo explicaba: "Se avecina la gran renuncia. Cuando hay incertidumbre, la gente tiende a quedarse, así que hay renuncias reprimidas que no se produjeron en el último año. Pero, además, las cifras se multiplican por las muchas epifanías relacionadas con la pandemia. El tiempo en familia, el trabajo a distancia, los desplazamientos, los proyectos pasionales, la vida y la muerte, y lo que todo ello significa, impactaron en la gente y pueden hacer que la gente finalmente le dé la espalda a la rutina de la oficina de 9 a 5".


Y el tiempo le dio la razón. A medida que la Pandemia y los confinamientos se comenzaban a limitar (luego de ser algo habitual de la vida de los estadounidenses), un promedio de 4 millones de trabajadores por mes renunciaron a sus empleos. La presunta "nueva normalidad" que iba a llegar con la "postpandemia" no fue tal. Ya que entró en el medio un factor impensado: que los empleados se nieguen a regresar a lo que transitaron laboralmente antes de la violenta irrupción del COVID 19 y sus consecuencias. Esto generó en EE.UU. una dinámica en el mercado laboral nunca vista. Y, con ello, una oferta de puestos de trabajo para cubrir las vacantes que nadie imaginó. Es más, tras las olas de despidos masivos que sacudieron al mundo del trabajo en todo el Planeta y la recesión económica que se desató, parecía imposible que cuando se comenzara a salir de ese abismo y volviera la reactivación económica (con un boom de consumo contenido sin igual), éste escenario pudiera darse.


La falta de personal en general hizo que no haya trabajadores para cubrir todos los espacios vigentes. Cuando concluía el 2021 el Departamento de Trabajo de los EE.UU. calculaba que en ese país había casi dos vacantes por cada empleado. Y eso propició que las ofertas laborales que hacen las empresas sean mucho más atractivas, tanto a nivel salarial como de beneficios. Es para muchos, un novedoso "empoderamiento" de los trabajadores. Un efecto impensado de la Pandemia.




No todo lo que reluce....


Sin embargo, este cambio de paradigma inaugurado por la "virtualidad forzosa" no es visto de igual manera por todos. En muchos casos, empresas han aprovechado para bajar sus costos ya que al no tener que rentar oficinas (y pagar todos los servicios que eso implica) en lugares onerosos como los centros financieros de las grandes ciudades, eso impacta muy fuerte en la reducción de gastos. Pero también muchas compañías han aprovechado todo lo que esto trajo para flexibilizar aún más las ya precarizadas condiciones de trabajo que ofrecían antes de la Pandemia, tercerizando funciones y apostando a no tener que contratar trabajadores con todos los beneficios previsionales y laborales que significa el empleo formal. La idea muchas veces sobrevalorada de los beneficios del "entrepreneurismo" y el "trabajo independiente" (o free-lance) esconde en realidad la voluntad de las empresas de evitar tener que afrontar lo que las leyes laborales establecen como derechos de los trabajadores y responsabilidades de sus empleadores.


Además de eso, aparecen algunos claroscuros adicionales. En principio, que para poder desarrollar las tareas desde los hogares se necesita una buena conectividad y tener los instrumentos adecuados para ejecutarlas, algo que en distintos lugares del Mundo se ha convertido en una exigencia impuesta a las empresas para que le garanticen a sus trabajadores esos recursos.


También el "home office" implica que se pierdan o disminuyan las relaciones y el contacto entre compañeros de trabajo, con toda la socialización y enriquecimiento que eso implica; algo que incluso podría perjudicar su sindicalización y, con ello, se agudizaría el peligro de perder derechos laborales.


El teletrabajo tiene varias virtudes. Y también defectos. Como la imposibilidad del contacto personal entre trabajadores.

Otro aspecto que afloró es la imposiblidad de "cortar" con el trabajo fuera de horario ya que este tipo de vinculación laboral generó que los jefes les exijan más a sus empleados, aún atravesando peligrosamente ciertos límites. Por ello también en algunos países los respectivos parlamentos han aprobado leyes que regulan el "derecho a la desconexión".


Además, mientras que la posibilidades infinitas que abre la chance de trabajar en forma remota desde cualquier lugar donde uno esté facilitó la contratación de empleados por fuera de cualquier límite geográfico. Esa trasnacionalización del mundo laboral también generó que muchas compañías de consumos y/o servicios masivos busquen (y encuentren) recovecos legales para "fichar" trabajadores en aquellos países donde es más barato y donde el Estado aparece como un gran ausente en la regulación y el control. Ese fenómeno no es nuevo pero se aceleró en estos últimos dos años. Un dato: la cantidad de empresas latinoamericanas que contrataron personal transfronterizo aumentó un 3.300% durante la Pandemia. Y la contratación de profesionales argentinos en el extranjero creció un 1.500%.


Por otro lado hay quienes señalan que estos cambios que desembocaron en la "Gran renuncia" es simplemente un reacomodamiento o reorganización del mercado laboral. Como si fuera una "actualización" de esas relaciones contractuales resignificadas por las nuevas tecnologías y los nuevos escenarios que dibuja la virtualidad.



Las plataformas virtuales se convirtieron en herramientas centrales para las nuevas modalidades de empleo a distancia.



Una realidad del Primer Mundo


Este fenómeno que hoy enfrenta EE.UU. también se hizo presente en otros lugares, como por ejemplo Europa. En América Latina ocurrió pero en mucha menor medida y muy sectorizado. En esta región, los problemas estructurales y el predominio de los trabajos informales, en economías con serios problemas y un desempleo muy alto, vuelven una utopía la posibilidad de que muchas personas decidan abandonar de motus propio sus empleos "en blanco" y, mucho menos, que las empresas ofrezcan mejores salarios y beneficios para conquistar a nuevos empleados. Quizás sí se aceleró los procesos de "virtualización" en grandes y medianas compañías. Y, en particular se acentuó en aquellas vinculadas a las nuevas tecnologías, donde sobre todo jóvenes han venido desarrollando esas tareas de manera virtual y como free-lances, en un mercado hiperflexibilizado e hiperprecarizado de hecho desde hace años. Y Argentina no es la excepción.



El abogado laboralista León Piasek.

León Piasek, uno de los abogados laboralistas más importantes del país, lo explica ante MundoNews: "Lejos está la Argentina y el mundo laboral del fenómeno de la 'Gran renuncia' de los EE.UU.. En nuestro país, si bien se ha recuperado parte del empleo perdido en el gobierno de Mauricio Macri y como consecuencia de la Pandemia, todavía hay niveles de desocupación muy altos y niveles de precarización y flexibilización de trabajadores no registrados que no gozan plenamente de los derechos laborales y de seguridad social". Frente a ese cuadro, Piasek agregó: "Por eso lo que se produce en Argentina no es este fenómeno de la 'Gran renuncia' sino lo que hay es una resistencia de parte de algunos trabajadores que comenzaron a hacer teletrabajo en la emergencia social y sanitaria y que ahora se niegan a volver a trabajar presencialmente o plantean esa discusión. Eso no es acompañado en general por los sindicatos, que tomaron una posición contraria por una cuestión de organización , de defensa del trabajador y de las fuentes de trabajo, excluyendo esas situaciones excepcionales de enfermedad o dificultades para volver a la presencialidad".




El psicoanalista Diego Quindimil.

En tanto, el psicoanalista Diego Quindimil, director del Posgrado “Gestión Humana de las Organizaciones” (UBA) y Director de la consultora Contenido Humano, escribió en una columna para MundoNews: "Por supuesto que en América Latina, con la crisis continua de trabajo, no todos tienen la posibilidad de tomar esta decisión o de elegir renunciar, pero es un fenómeno para tener en cuenta también en la región. Porque si bien hay personas que no pueden renunciar a su trabajo, lo padecen y eso es un riesgo para la salud física y mental de los trabajadores y tiene un impacto para las organizaciones, en términos de clima laboral y de resultados". Y continuó: "Para las organizaciones de trabajo surge la dificultad de 'retener', palabra complicada de por sí. En todo caso, a las empresas le queda hoy la gran oportunidad de convertirse en lugares mejores, incluyendo la posibilidad de adaptarse a las personas que ya no quieren más vivir para trabajar, sino trabajar para vivir".


Quindimil, autor del libro "Mundo post covid. La psicología del trabajo tras la pandemia" (ediciones Granica), sostiene que las empresas deberían aprovechar esta experiencia para "crear un marco de flexibilidad y que promueva la salud mental, con verdaderos líderes que comprendan que del otro lado hay una persona y no un recurso, y que esa persona es la que obtiene los resultados para la organización" .


Lo concreto es que el fenómeno de la "Gran renuncia" que se está haciendo realidad en Estados Unidos y otros países desarrollados no es algo que esté ocurriendo en la misma proporción por estas latitudes. La endémica crisis sociolaboral lo impide. Y, en todo caso, más que "grandes renuncias" por aquí lo más común son los "grandes despidos" o las mecánicas tramposas para esconder precarizaciones y destratos laborales en perjuicio de los trabajadores y en beneficio de algunos empresarios.


Esa "Gran renuncia", o "Gran despertar" o "Gran éxodo" parece hoy por hoy un privilegio para el denominado "Primer Mundo". Quizás algún día llegue a cruzar hacia el Sur. Pero por ahora sólo ese redescubrirse, ese nuevo enfoque de "trabajar para vivir y no vivir para trabajar" no parece una opción por estas geografías.



Comments


bottom of page