Cuáles son los sectores que hoy están en mayor peligro por el avance del Coronavirus en la Argentina. La vulnerabilidad y mayor exposición los sitúan en la primera línea del COVID 19. Hoy ese cuarteto representan el 35% del total de infectados del país. Una bomba de tiempo.
Por Gabriel Michi
Cabalgan sobre situaciones que los exponen más que a nadie. El peligro ante el COVID 19 los tiene entre sus víctimas predilectas. Sus contextos los empujan hacia ese abismo indescifrable que emergió con la peor Pandemia de los últimos años. Y, en la Argentina, son los cuatro jinetes del Apocalipsis. Y esto no es porque ellos hayan venido a anunciar las malas nuevas. Ni por sus presagios y castigos más dolorosos. Sino porque ellos son los destinatarios involuntarios de esa amenaza.
En medio del incremento de casos de COVID 19 en la Argentina, hay algunos grupos que aparecen como los más amenazados y, de hecho, los infectados crecen entre sus poblaciones, mucho más que en otros segmentos. Sin desconocer que las personas de la tercera edad y aquellas con patologías previas son las mayores víctimas letales del Coronavirus, hay sectores de la sociedad que, por su estado de vulnerabilidad o su exposición permanente frente a esta peste, surgen como los más proclives a contagiarse. Ellos son las personas que viven en villas de emergencia, los "sin techo", los ancianos que están hospedados en geriátricos y el personal sanitario. La multiplicación de casos en esos grupos es la fiel demostración de este peligro. Una verdadera bomba de tiempo que ya comenzó a detonar en la Argentina.
Grupo 1: Habitantes de villas de emergencias y asentamientos
El primer caso positivo de una persona con Coronavirus en una villa de emergencia se conoció el 21 de abril. Se trató de una mujer de 40 años, residente de la Villa 31 de Retiro, en la Capital Federal. A partir de allí se encendieron todas las luces de alarma porque se sabía que si el virus había llegado a ese hábitat tan precario donde lo único que abundan son las necesidades y la vulnerabilidades, con un hacinamiento sin igual y las peores condiciones en las vidas cotidianas de quienes sobreviven en esos territorios, la cosa no tardaría en pasar a mayores. Y el hilo de pólvora se comenzaría a consumir a una velocidad vertiginosa. Y peligrosa. Y eso fue lo que ocurrió.
Apenas tres semanas después, sólo en este barrio y el vecino (la Villa 31 bis) ya había más de 660 infectados. Y, en la 1-11-14 (ubicada en Bajo Flores, prácticamente en el otro extremo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires), los casos superaban los 220. Ese casi millar de pacientes se contagiaron en ese corto lapso de tiempo e hicieron que la Capital Federal tenga un tercio de sus pacientes por COVID 19 viviendo en esos asentamientos precarios.
Por todo eso es que las autoridades decidieron salir a hacer testeos masivos en esos barrios de emergencia. Porque no son las únicos lugares marginados donde aparecieron casos positivos de COVID 19. Aunque en menor medida, también el virus se hizo presente en la Villa 21-24 de Barracas, la 20 de Lugano, la Rodrigo Bueno de Puerto Madero y los barrios populares Mitre (Saavedra), INTA (Lugano), Ramón Carrillo y Fátima (ambos en Villa Soldati).
Esta misma dinámica de intento de detección temprana se puso en marcha en barrios vulnerables de la provincia de Buenos Aires (hay más de 1.600 en territorio bonaerense). Allí viven más de 423.000 familias. Después de tomarles la temperatura a las personas, si hay casos sospechosos se les practica el hisopado.
El riesgo que representa para esta poblaciones el Coronavirus es enorme, ya que se calcula que hay alrededor de 4.228 villas miseria y asentamientos precarios distribuidos en toda la Argentina. Y más si se tiene en cuenta que en ellos viven (o sobreviven) más de 800.000 familias, o sea, alrededor de 3 millones de personas. Un 7,5% de los habitantes del país.
En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, la población de villas y asentamientos se quintuplicó desde comienzos de los años '90 (en ese momento eran 52.000) a la actualidad (donde se calcula que viven más de 250.000 personas en esas barriadas). Eso representa casi el 8% de los habitantes de la capital argentina. Por eso, el riesgo se multiplica.
Grupo 2: Los "sin techo"
Las personas que viven en la calle son un motivo de preocupación en todo el Mundo. Incluso, por su estado de enorme vulnerabilidad, en algunos países se decidió alojarlos en hoteles (en ciertos casos son infectados leves de Coronavirus y en otros personas que no lo contrajeron) para evitar que el virus se siga propagando y darles un lugar más seguro a quienes están en la situación de mayor indefensión en sus respectivas sociedades. Tal como lo contó MundoNews en la nota "Yendo de la calle a a la suite", esa fue la experiencia en ciudades Madrid, Ginebra, Londres, Nueva York y Los Ángeles, por ejemplo.
Pero, no todas las ciudades han ido por ese lado. En el caso de la Ciudad de Buenos Aires muchas de las personas sin hogar están hospedadas en refugios. Y allí, en la primera semana de mayo, explotaron los casos positivos de Coronavirus. Así, en pocas horas, al menos 79 personas en situación de calle resultaron infectadas en pocas horas en un parador del Centro de Inclusión Social del barrio de Retiro. Enseguida debieron evacuar el lugar para realizar allí "una desinfección integral", según señalaron las autoridades. En ese refugio había 92 personas al momento de que se detectó que el 85% de su población apareció contagiada.
Según los datos que manejan desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en la capital argentina vivirían en situación de calle alrededor de 1.100 personas, pero sin tener en cuenta a quienes pernoctan en los centros habilitados para ese fin. Sin embargo, hay organizaciones sociales que señalan que los "sin techo" superarían los 7.500.
La información oficial del gobierno porteño señala que hay 32 Centros de Inclusión con 2.099 camas y que se habilitaron ocho más para casos de COVID 19 con 960 lugares. El total de camas llegaría a 3.059, de las que 2.023 están ocupadas ocupadas. Hoy esos refugios están siendo monitoreados en forma permanente ya que se sabe -y las pruebas están a la vista- que son un caldo de cultivo para que el virus se extienda entre los más vulnerables.
Grupo 3: Los geriátricos
Otro de los grupos que aparecen en mayor riesgo que el resto lo integran los adultos mayores que están internados en geriátricos de todo el país. Y allí el cuadro es muy preocupante justamente por el grado etario que los abarca. Es justamente el sector que en el mundo ha tenido una mayor letalidad. En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, uno de cada tres infectados que murieron en CABA contrajeron el virus en una residencia para ancianos. Ya hay más de 20 fallecidos en la Capital Federal en esas circunstancias. Desde que se detectó el primer caso, se contagiaron más de 180 personas en 17 geriátricos de los 483 que hay en esta ciudad. Y el fenómeno se extendió por asilos de distintos barrios: Devoto, Belgrano R., Flores, Recoleta, entre otros. También hubo otros geriátricos en diferentes puntos del país en los que se repitió la ecuación: por ejemplo, en la localidad de San Martín en la provincia de Buenos Aires o en Saldán, en la provincia de Córdoba.
Teniendo en cuenta que se calcula que en la Argentina hay 3.800 residencias para mayores habilitadas (habría otras 2.000 funcionando irregularmente), el peligro para los ancianos se multiplica. Y más si se tiene en cuenta que el personal que los asiste suele verse obligado a trabajar en más de un lugar para llegar a tener un ingreso digno, eso potencia la amenaza para los ancianos. Lo que quedó en evidencia en la exclusiva y onerosa residencia "Apart Los Incas", ubicada en el coqueto barrio de Belgrano R, donde las personas mayores no habían recibido visitas familiares durante la cuarentena, y terminaron contagiándose cuando el virus ingreso al lugar a través de un enfermero.
En total, a medidados de mayo, cuando los infectados en Argentina ya llegaban a los 7.400 y los fallecidos eran alrededor de 350, los contagiados en geriátricos alcanzaban los 300 y los muertos eran 34. Es decir que la casa de letalidad en los geriátricos supera el 11% de los enfermos, el doble que la estadística general. En el relevamiento que lleva adelante la Defensoría de la Tercera Edad contabilizan: en asilos de Córdoba, 65 casos positivos y 6 muertos; en la Provincia de Buenos Aires 92 contagiados y 6 muertos; y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 180 positivos y 22 fallecidos.
El cuadro es dramático, aunque aún no llega a lo ocurrido en Europa donde la mitad de los fallecidos fueron pacientes que estaban hospedados en residencias para adultos mayores.
Desde la Defensoría de la Tercera Edad, que conduce Eugenio Semino, están exigiendo que se declare la "Emergencia" para todos los Establecimientos Geriátricos, Residencias de Adultos Mayores y Residencias de Adultos Mayores con control psiquiátrico, tanto en los que son públicos como privados. Y también reclaman el "testeo inmediato y sistemático de todo el personal que en ellos desempeñe cualquier tipo de tareas y de los residentes que en estos lugares se encuentren alojados en forma permanente o temporaria". También piden que se provea de capacitación e insumos de Bioseguridad al personal.
Semino expresó ante MundoNews: "No podemos permanecer impávidos ante los discursos hipócritas que recomiendan proteger a nuestros mayores, requeriéndoles cuarentenas blindadas, que no admiten ni una vuelta a la manzana, mientras todos los días ven cómo sus pares que nunca violan esas reglas mueren sin remedio en el interior de una residencia geriátrica. Sin olvidar que los trabajadores que son su familia sustituta dentro de ella corren su misma suerte".
Frente al reciente anuncio de que investigadores argentinos lograron desarrollar con éxito unos test rápidos para detectar el Coronavirus, desde esta Defensoría demandan que se apliquen en los geriátricos.
Grupo 4: Personal sanitario
Sin dudas, los individuos más expuestos al contagio del Coronavirus son quienes integran el personal de salud. Con su trabajo heroico en la batalla directa contra la enfermedad, médicos, enfermeros y otros integrantes de ese elenco de "salva-vidas" son uno de los grupos que más contagios de COVID 19 han sufrido en Argentina y el Mundo.
En el caso de nuestro país, la situación es aún más dramática, ya que mientras que en el plano internacional el promedio de infectados dentro del personal de salud ronda el 10% del total de enfermos por Coronavirus, en la Argentina ese porcentaje alcanza al 16%. Hoy ese número rondaría los 1.200 casos.
A comienzos de mayo, cuando en el país había 4.500 infectados, más de 730 era personal de salud. Ya para ese entonces había 9 muertos (sobre 229 en total) que pertenecían a ese grupo. Y menos del 20% del personal sanitario que dio positivo en COVID 19 tenían antecedentes de viajes al exterior. Por lo que se calcula que 8 de cada 10 se contagiaron por el contacto con los pacientes o con otro colega.
Así hubo casos de este tipo en la Ciudad de Buenos Aires, en la Provincia de Buenos Aires, en Córdoba y otros lugares del país. El problema se potencia además porque muchos de quienes desempeñan funciones sanitarias tienen que trabajar en más de un lugar por los magros ingresos que perciben. Lo que genera más riesgo para ellos y para el resto de la comunidad.
Diego Zotta (MN 102.939) es médico clínico de guardia en el Hospital Santojanni, de la Ciudad de Buenos Aires. Ante MundoNews explica cuáles son a su entender las razones para que haya tanto personal sanitario contagiado en la República Argentina: "uno lo que ve es que los equipos de protección personal no están en tiempo y forma. Es decir, vos tenés los pacientes y muchas veces el equipo de protección no está. Tarda en llegar, es muy complicado que te den todos los elementos para trabajar, y muchas veces no son elementos de calidad. Los camisolines no son los que deberían ser; los barbijos N95 que hay que utilizar para tratar a este tipo de pacientes no están siempre disponibles o te dan un barbijo cada 15 días. Muchos de los elementos que tenés que usar de protección personal tienen que ser comprados por los mismos médicos. Eso conlleva a que haya más infecciones"
Y continúa: "Muchos de estos elementos se reutilizan, cuando lo que se debería hacer es descartarlos. Con cada paciente uno termina reutilzándolo porque no hay disponibilidad. Por ejemplo, los camisolines hemorrepelentes que uno utiliza debería descartarlos una vez que uno tuvo contacto con un paciente. Lo que se hace es: se coloca un camisolín no hemorrepelente sobre el camisolín propiamente dicho para poder descartarlo y quedarse con el que está abajo. Cosa que no debería pasar".
"Las máscaras faciales y todo lo que es protección ocular, como no se descarta, eso se vuelve a utilizar. El mismo médico cuando termina lo tiene que lavar para volver a utilizarlo. Uno esto lo hace varias veces en el día y el cansancio hace que no se preste la debida atención y eso conlleva un mayor riesgo de infección", detalla Diego Zotta.
Y, además, agrega otro factor social que sin duda potencia el peligro para el personal de salud: "La sobrecarga horaria que tienen los médicos argentinos hace que el cansancio se convierta en un factor que lleva a que uno se infecte más fácil. Después de muchas horas de guardia, el médico pierde el nivel de atención y ahí es donde puede contaminarse. Normalmente la mayor infección se da cuando uno se saca el equipo de protección personal. En una guardia de 24 horas, en la hora 20 el médico era muy cansado y seguramente en un descuido se termina de contaminar. Y otro factor que influye es que no hay suficiente capacitación del personal médico: en el sector público en general la capacitación la tiene que hacer cada uno y como puede. Porque desde que comenzó la Pandemia, por ejemplo, en nuestro hospital lo único que hubo fue una charla de cómo hisopar al paciente. Después no hubo ningún otro tipo de directiva desde que ésto empezó. Así que la falta de capacitación es fundamental".
Los cuatro jinetes del Apocapsis generado por el COVID 19 en Argentina son víctimas de una realidad que evidencia males que se arrastran hace años. La vulneranilidad es el común denominador. De los que viven en ella (barrios de emergencia, "sin techo" y personas de la tercera edad) y de los que salen a su rescate desde el punto de vista sanitario (todo el personal de salud). Por eso, nadie puede ser indiferente. El Coronavirus en este caso puso sus reflectores sobre esas deudas eternas. Y nadie puede hacerse el distraído.
El quinto jinete
Los pueblos originarios de Argentina son uno de los sectores más marginados del país. En algunos casos viven en comunidades que se han protegido de la llegada del Coronavirus cerrando prácticamente todos los ingresos a las mismas. Y eso, en cierta medida, los protegió.Aunque a veces fue a fuerza de violencia. Por ejemplo en Sauzalito,en en Impenetrable chaqueño, donde miembros de la comunidad wichi crearon una especie de guardia paramilitar con hombres armados (Whausek) para evitar el ingreso de otras personas y llegaron a enfrentarse con la Policía.
Pero en muchos casos integrantes de pueblos originarios viven en barrios de emergencia de las periferias de grandes ciudades. Y eso los exponen a mayores riesgos frente el COVID 19. Ese fue el caso del Barrio Toba en Resistencia (Chaco) donde se detectaron 90 contagios de Coronavirus y donde hasta el momento se produjeron 4 fallecimientos, incluído un pastor evangélico. Los pueblos originarios se constituyen como otro de los sectores vulnerables frente a este mal. Son el quinto jinete de este Apocalipsis que también los cuenta entre sus víctimas.
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