Mientras la cifra de muertos por los terremotos no para de crecer, Turquía y Siria se aferran a aquellas mínimas esperanzas cuando rescatan a alguna persona viva después de 5 días.
Por Gabriel Michi
La emoción irrumpe intempestiva en medio del horror. Y de las lágrimas. En medio de un vendaval de malas noticias, de pronto aparece una que trae algo de paz. Y que despierta otras esperanzas. Esperanzas de que puede haber otros sobrevivientes que podrían ser rescatados. Esa ilusión, lamentablemente, se va apagando a medida que pasan las horas. Y eso es lo que se está viendo con las consecuencias de los dos trágicos terremotos que sacudieron a Turquía y Siria en las madrugada y la mañana del lunes.
Increíblemente más de una docena de sobrevivientes fueron rescatados el sábado 11 de febrero, cuando ya habían pasado casi seis días de aquellos letales sismos que destruyeron miles de edificios de ambos lados de la frontera. Entre ellos lograron sacar de entre los escombros a toda una familia en Kahramanmaras, la región turca más cercana al epicentro del terremoto del lunes. El último en poder ser sacado por los equipos de emergencia fue Nehir Naz Narli, de apenas 12 años, quien pudo regresar y abrazarse con sus padres.
No fueron los únicos. En la ciudad turca de Nurdagi (provincia de Gaziantep), una familia de cinco personas fue rescatada de un edificio que se vino abajo. Algo similar ocurrió con un hombre y su hija de 3 años que fueron salvados de los escombros en la ciudad de Islahiye, Y Una niña de 7 años también fue rescatada en la provincia de Hatay. También en Elbistan (provincia de Kahramanmaras), la joven Melisa Ulku, de 20 años y otra persona lograron ser sacadas debajo de las ruinas tras permanecer atrapadas por más de 132 horas. En Iskenderun (provincia de Hatay), un hombre de 44 años fue rescatado 138 horas después del terremoto. Y uno de los hechos más milagrosos que ocurrió en Turquía fue que un bebé llamado Hamza fue encontrado con vida 140 horas después de que todo se venga abajo en su casa en Antakya. En este y otros casos, cuando después de una durísima tarea de búsqueda y un quirúrgico trabajo de rescate, cuando los salvadores lograron su objetivo de sacar y poner a resguardo a las víctimas no sólo se escuchó el grito "Alá es grande" sino que muchos de ellos rompieron en llantos.
Del lado sirio ocurrió algo similar. Ibrahim Zakaria estuvo casi cinco días bajo los escombros de su casa. Logró sobrevivir bebiendo gotas de agua sucia, hasta casi desvanecerse cuando se agotaban las esperanzas. “Dije que estoy muerto y que será imposible que vuelva a vivir”, dijo Zakaria a la agencia AP. Lo hizo en el hospital de Latakia adonde fue trasladado después de ser milagrosamente rescatado. También muy cerca de allí fue sacado con vida entre los escombros un bebé de sólo 7 meses.
Es realmente algo difícil de explicar que estos pequeños destellos de esperanza puedan seguir dándose habiendo cumplido casi una semana desde los terremotos. Los especialistas señalan que en general la esperanza de encontrar personas con vida después de un hecho semejante se empiezan a extinguir a las 72 horas, tal como informó MundoNews. Sin embargo aquí ha habido varios casos (que son realmente excepcionales frente a la gran cantidad de muertos que aparecen a cada momento) que alimentan la esperanza y los llevan a no bajar los brazos.
Si bien ha habido algunos casos realmente llamativos cuando, por ejemplo, un hombre fue rescatado tras permanecer 27 días bajo los escombros en el terremoto que sacudió a Haití en 2010 y una mujer que fue sacada con vida tras permanecer 17 días bajo las ruinas del edificio de una fábrica que se vino abajo en el destructivo temblor que impactó en Bangladesh en 2017, no dejan de ser hechos totalmente excepcionales.
Y más excepcionales resultan cuando se conoce las proporciones devastadoras de estos dos terremotos en Turquía y Siria que tiraron abajo miles de edificios, dejando sin hogar a millones de personas. Un fenómeno que se convirtió en el más letal de los últimos 10 años y uno de los seis más mortales del siglo XXI. En ese marco aparecen estos "milagros". En medio del horror y los escombros.
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