Miles de migrantes pasaron las Fiestas varados en la frontera entre México y EE.UU. Otros fueron llevados a la fuerza por los gobernadores republicanos a la casa de la vice Kamala Harris. Todo eso en medio de un frío extremo. Encima la Corte Suprema acaba de avalar la vigencia del Título 42 que endurece la política de asilo, facilita los rechazos y las expulsiones.
Por Gabriel Michi
Se sabe que las Fiestas de fin de año suelen sensibilizar a las personas. Son momentos de reencuentros y hasta reconciliaciones. De ofrecer el corazón, sobre todo a los más necesitados. Sin embargo, no es así para todo el mundo. Y pareciera que tampoco lo es para algunos de aquellos que teniendo de posibilidad de solucionar o al menos hacer menos difícil la vida de los más vulnerables, hacen todo lo contrario. Y llevan a que muchos de ellos hasta tengan que sobrevivir la Navidad a la intemperie. Incluso, bajo un frío extremo. Eso es lo que vivieron y están viviendo miles de inmigrantes en la frontera entre México y EE.UU. El endurecimiento de las políticas migratorias en la principal potencia del Mundo, con la ratificación en las últimas horas del llamado Título 42 por parte de la Corte Suprema de Justicia -normativa que impide la entrada de solicitantes de asilo y habilita la "devolución en caliente"- termina siendo un tapón infranqueable para todos esos seres humanos que escapan de las más dolorosas situaciones y que buscan en territorio estadounidense una oportunidad para un destino aunque más no sea un poco mejor.
En estas frías Nochebuena y Navidad -en el que en EE.UU. la tormenta ártica Elliot está provocando todo tipo de estragos y decenas de muertes- hombres, mujeres y niños se vieron forzados a protagonizar las consecuencias de las también gélidas leyes (y almas) antimigratorias en condiciones infrahumanas. Algunas de esas familias hace semanas y meses queriendo cruzar la frontera mexicana-estadounidense. Muchos están en Ciudad Juarez y miran ese horizonte tan cercanamente lejano que se abre a partir de El Paso en Texas.
Algunos de estos migrantes transitan sus días y noches a la intemperie o en precarias carpas. Otros, con suerte, consiguen refugio en algún hogar solidario, una iglesia o un centro comunitario. Y así han pasado las Fiestas, sin nada que festejar. La gran mayoría de ellos llegaron hasta allí luego de atravesar miles de kilómetros y varios países, siendo víctimas de todo tipo de violencias y ultrajes, más allá de los propios peligros naturales. Y una vez que están ahí, en el umbral del sueño que anhelan, esos muros de indolencia los paralizan sin la más mínima solidaridad. Muchos otros quedaron en el camino o porque no aguantaron más la tortuosa travesía o porque lisa y llanamente murieron en el intento.
El Título 42 -cuya validez acaba de ser aprobada por 5 votos a 4 en la Corte Suprema de EE.UU.- se utilizó más de 2,5 millones de veces para expulsar a solicitantes de asilo que cruzaban de forma irregular la frontera, como también para rechazar la mayoría de las solicitudes de asilo. Esa cruel normativa se implementó en el gobierno de Donald Trump y ahora, por el aval del Tribunal Superior seguirá vigente. El gobierno de Joe Biden, sin embargo, había dicho que estaba preparado para el fin de esa orden y que había tomado las medidas para que no hubiese una avalancha de inmigrantes si la misma caía.
La vigencia y permanencia del Título 42 era algo que exigían los gobernadores republicanos que están al frente de los Estados fronterizos. Puesta en marcha en marzo de 2020, supuestamente para evitar contagios de COVID 19 provenientes de otros países, esta normativa viene siendo cuestionada por organizaciones de Derechos Humanos que denuncian que la usan abusivamente como un pretexto para rechazar a los inmigrantes.
Pero la odisea para los que llegan a la frontera buscando cruzarla no terminan en ese bloqueo donde hoy quedan atrapados. Cuando algunos de ellos logran cruzar el infierno continúa en suelo estadounidense. Como informó MundoNews en su nota "EE.UU.: la cruel puja política que tiene de rehenes a los migrantes" gobernadores republicanos de los Estados del sur están enviándolos forzosamente a otros conducidos por demócratas, como una forma de "pasarles factura" por su mayor flexibilidad en la materia. Y, estas Fiestas no fueron la excepción: varios ómnibus repletos de migrantes fueron abandonados frente a la residencia de la vicepresidenta Kamala Harris en Washington, en la víspera de Navidad, con una temperatura de 7 grados bajo cero y bajo la inclemencia de la tormenta Elliot.
Algunos de ellos fueron enviados a refugios, como viene ocurriendo desde abril, cuando desde Texas, Arizona y luego Florida, empezaron con esta práctica inhumana los gobernadores republicanos. Pero a ese cuadro doloroso ahora se suma el frío polar que asola a todo EE.UU. Estos micros que llegaron sin previo aviso a la casa de la vicepresidenta Harris partieron de Texas, el Estado conducido por el durísimo Greg Abbott.
Así, en épocas donde se supone los corazones se ablandan, se piensa más en las personas vulnerables y se trazan lazos más solidarios, en la frontera de Estados Unidos pasa todo lo contrario. Las frías normativas le sirven de excusa a las gélidas almas del poder a marginar aún más a los marginados. Perseguir a los perseguidos. Desterrar a los desterrados. Incluso en un momento donde la naturaleza tampoco muestra su cara más gentil. En una Navidad con miles en el desahucio. Una Navidad a la intemperie.
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